viernes, 17 de septiembre de 2010

Testimonio de mi enfermero Dani...




Segundo Testimonio de Dany.(Enfermero del Sector Nefrología. Hospital Juan Pablo II)



Dany, ¿cuánto hace que trabajas de enfermero?
-Como enfermero, hace 22 años.
¿Por qué comenzaste a trabajar con niños en “nefrología”?
-Cuando obtuve el nombramiento, del Ministerio de la Provincia comencé en el Hospital de Niños; así mismo trabajé con pacientes adultos con Insuficiencia Renal Crónica (IRC) en Diálisis. Seguí con los niños y pasé al sector “quemados” por once años. Se inaugura el Hospital Juan Pablo II, después, en la tesis que exigen al ingresar, sabían que trabajé con pacientes con IRC. en Hemodiálisis, así que pasé a éste servicio.
¿Cuál fue la etapa más difícil de tu trabajo y por qué?
-Creo que cuando cada paciente ingresa. No es difícil para nosotros, sino que el tratamiento hay que adaptarlo a ellos, por un fin, que es verlos bien de salud. Y emocionalmente también, hasta que ellos tengan confianza en sí mismos y en nosotros.
¿Qué condiciones debe tener en cuenta un niño, para estar bien en la diálisis?
-Sabemos que no vienen bien, porque es un desafío para ellos mismos, para su tratamiento y para el medio que los rodea. Quienes atienden la situación del niño, paciente, deben comprenderlo y saber que necesitan mucha atención.
¿Qué condiciones debes tener en cuenta vos? ¿Es importante prepararse?
-Sí. Física y emocionalmente. Prepararse sí, porque cada uno requiere “atención especial” de acuerdo con sus edades. Pero, sobre todo, atender su trato y la situación en la que están.
¿Cualquier enfermero puede trabajar en tu sector?
-El que trabajará con ellos, debe entender que no son pacientes comunes, como en otras internaciones. Otros vienen para estar y sentirse bien, y sanarse, sin especular con el tiempo. En cambio, los pacientes de nefrología tienen un período de tratamiento que no sabe cuándo finalizará. El personal debe encontrar su lugar, su confianza como persona y enfermero, dentro de cada niño, dejar que ellos, tomen de nuestras manos, confianza y seguridad.
¿Hay cosas que te preocupan de tu trabajo?
-¡Sí! Tal vez, el día después. Si estaré dispuesto y preparado para volver a verlos y recibirlos con alegría. Me despido y trato de alegrarlos el momento en el cual compartimos. Preocuparme, es tener seguro el estado anímico y emocional, ellos son mi presente y me dan seguridad cuando hablan y se ríen de cualquier tema que entablamos.
¿Querrías cambiar tu trabajo? ¿Por qué?
-No. Estoy bien con mi trabajo. No somos bien reconocidos profesionalmente y valorados por el esfuerzo que hacemos, de parte de las autoridades. Creo que di mucho de mi parte por el servicio, ambos servicios, tanto quemados, cuando estuve, y nefrología, que estoy ahora.
¿Qué recuerdas de la primera etapa del tratamiento de Alejandra?
-Una niña que me dejó conocerla mucho, más porque se sintió dolida. Pensaba que la dejaríamos sola, enfrentar el momento y el tratamiento. Al principio no conocíamos mucho su diagnóstico, pero se recuperó rápido. Su fortaleza y estado emocional le permitió habituarse en nuestro ambiente. Lo que queríamos de su tratamiento está. Ahora queremos verla bien anímicamente, necesitamos la “convivencia”, más allá de estar cuidando su tratamiento, queremos su “bienestar” y “confort”, sobre todo su confianza en nosotros.
¿Hay algo que te sorprendió de Alejandra?
-Su recuperación y adaptación dialítica. Cómo se desenvuelve. Es una niña observadora, sabe con quién está y en quién confiar su seguridad. Lo rápido que logró superar muchas adversidades, muchas cosas, el espíritu fuerte y lo rápido que nos hizo un lugar para nosotros en su corazón.
¿Qué esperas de cada uno de tus pacientes cuando ingresan a nefrología?
-Cuando están todos, que estén bien, que confíen en todos y cada uno de sus compañeros. El diálogo entre ellos, de ellos con nosotros. Que manifiesten cómo se sienten y se sintieron, si les duele algo, si pasaron o pasan bien, respecto al tratamiento, o no. ¿Por qué? ¿Si hicieron sus ejercicios? ¿Si toman sus medicamentos? ¿Qué más necesitan cada día?
¿Qué sentís cuando sabes que hay operativo y que van a trasplantarse?
-Al ser llevados, es difícil describir, porque te desborda el corazón de alegría. Abrazarlos y darles seguridad que se van a un lugar que les mejorará sus vidas. Verlos en operativo es un “Triunfo del Tratamiento” para ellos. El personal se expone y se esfuerza por una diálisis efectiva, para que en un “próximo trasplante” me devuelvan una postal, viéndolos trasplantados y felices.
¿Qué sensaciones te producen verlos a Cecilia, Damián, Luquitas, Ahimará, etc. trasplantados?
-Son excepcionales. A cada uno fue difícil tratar su evolución. Hoy es una “reflexión al sentimiento”, dejar que algunas lágrimas inunden el corazón por el triunfo de la vida, en cada uno de ellos.
¿Saliste triste alguna vez de tu trabajo?
-Por cuestiones y situaciones de pacientes, sí. Muchas veces en situaciones críticas, hay que estar preparados para enfrentarlas y sobre todo estar y actuar. Y volver a enfrentar más de una vez, sabiendo que ese paciente ya no se lo encontrará. De mi parte los llego a querer muchísimo a todos, sin diferencias, aunque me afecta el dolor de saber que otros pacientes ya no están.
Observamos que los chicos te reclaman permanentemente, ¿crees que cumples un rol paternal inconscientemente?
-Yo tuve una formación con valores como respetar, cuidar, obedecer, el carisma, la vocación por la profesión y la dedicación. El buen trato con los pacientes para que no duela su tiempo en diálisis. Entenderlos a los niños es abrir el corazón, para que nos compren con sus sonrisas, los comentarios afortunados, su niñez que hoy ya no la tenemos. El mañana es incierto, no sé dónde estaré, por ello les doy alegría y trato de hacer mi camino en la vida, sin saber cómo será el otro mundo, cuando me dirija a aquellos que nos esperan en el más allá.
¿Quieres contarnos algo más, para que mucha gente sepa, por medio de este trabajo que presentaremos?
-Que los niños, pacientes de nefrología, nos necesitan. Que hoy tienen la oportunidad de seguir luchando por sus vidas. Quizás es poco lo que hacemos. Pero de mi parte, debo decir que cada uno derrama mucho amor y aclama ayuda. Esa ayuda invalorable como es, el ser convocado para el “próximo trasplante”. Hay que estar en el lugar de esos niños, escucharlos en su interior, su intimidad, su estado emocional, social, familiar, los que no tienen ayuda social. Los niños necesitan del carisma y dedicación, mirarlos con los mismos ojos que ellos nos miran a nosotros, y demostrarles algo de lo que ellos nos demuestran. ¿Qué les parece? A mí, sus alegrías de verlos bien, MÁS CUANDO SE TRASPLANTAN. ¡VERLOS FELICES!

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